Especialmente sensible, me siento, cuando veo perder lo que, en mi ser, considero importante.
Y sigue siendo lo que no vemos (o no queremos ver).
Odio que esto pase.
Y siento lástima por mí, porque fracaso día a día, todos los días cocino pero nunca hay comida.
Lo importante se va y consumo lo banal.
Apetencias de un descerebrado y estúpido hijo de la humanidad desmejorada, abierta como un tacho de basura lleno... desbordando esa humanidad.
Ahora me queda dormir y olvidar quien soy, amamantar al leopardo, ahuyentar al cocodrilo, adormecer a la bestia...
martes, 12 de mayo de 2009
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